ausente

En realidad yo no recuerdo haberme sentido mal o diferente porque mi papá no estuviera. Al contrario, era la más feliz con mi mamá y mi abuela, no me hacía falta nada, eso es lo bueno de ser niño, que uno no le da tantas vueltas a las cosas, solo es feliz y ya.
Sin embargo nunca fui muy segura de mí misma, yo era la que no le hablaba a nadie y le daba un poco de miedo socializar pero tampoco sufría por eso ni nada por el estilo, solo que para mí era normal ser la que observaba y que otros fueran los protagonistas. Tenía una amiga, quizás dos y con eso era más que suficiente. No fue sino hasta que empecé a hacerme grande, que empecé a darle mente al asunto.. 
Empecé a reprocharle a la vida que como a diferencia de otros a mí mi papá no me había enseñado a andar en bicicleta, quise sentir cómo era llamar a mi papá para que me recogiera, que me ayudara con alguna tarea, no sé, en realidad ni siquiera sé con claridad qué hace un papá, porque mi mamá siempre lo ha hecho todo, pero fuera lo que fuera yo lo quería y ahí fue cuando empecé a darme cuenta que él había estado ausente, y yo sí tenía un vacío. Empecé a vincular mi timidez cuando era más pequeña, con ese espacio vacío. Quizás por eso era, quizás a eso se debía que me costara tanto decir las cosas importantes. Quizás por eso nunca he podido expresar mis sentimientos, ni ser la más cariñosa, aunque quiera serlo.. 
Fue ahí cuando se me metió que lo quería buscar, que quería escuchar lo que me tuviera que decir, y tenía mucho miedo, apesar de que quería oírlo, tampoco quería enfrentarlo.. tenía mucho rencor para ese momento.. quizás hasta le achacaba muchas de mis debilidades, no porque me hubiera hecho daño, sino justo por eso, porque no había hecho nada. Porque a mis 14 años yo no sabía quién era mi papá, y él tampoco sabía quién era yo. Pero lo encontré, y él me respondió.
Yo estaba ansiosa por verlo pero también estaba muy enojada, estaba enojada porque me había repondido de inmediato y con toda la disposición me dijo que él iba por mí y salíamos, estaba enojada porque eso significaba que él podía haber hecho eso en cualquier momento y no lo había hecho. Estaba enojada porque al verlo solo podía pensar que si yo no lo hubiera buscado él nunca hubiera ido a verme, y podía hacerlo.
Con cada cosa que me preguntaba yo quería contarle y quería saber de él, pero al mismo tiempo mientras le contaba emocionada me invadía un sentimiento terrible. Yo quería mucho de él, pero ya era tarde, y lo intentamos, no salía y lo seguimos intentando.. forzándolo un poco quizás, pero no.. al menos yo, no lo sentía. No sentía ese cariño genuino, no me nacía darle un abrazo, tan siquiera escribirle para contarle nada.. 
De un momento a otro, pasaron 4 años y volvimos a ser desconocidos aunque no me arrepiento de haberlo buscado, vi que ya no se podía, que aunque estuviera frente a mí la otra mitad de mi ADN, no era más que eso.. 
Tampoco es demasiado trágico, aprendí a tener la sabiduría que tenía cuando era una niña, y ser feliz, con las personas que están y siempre han estado. A no darle mucha mente y aceptar que mi vida es así, y así es maravillosa. Aprendí a agradecerle a la vida y al universo la forma en la que se dió todo, porque soy una persona fuerte. Sé amar, sé reír sé gozar, perdí el miedo de hablar con la gente, de expresar mis sentimientos, aprendí de nuevo a ser feliz, y está vez mejor que antes. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Que me cante el mar

Midnight thoughts

quiero no olvidarme nunca